¿Dejarías que tus sueños se
quebraran en mil pedazos por ese horror que te está acechando hace años?
Leonor: Una taza de café que estaba ya bien fría luego de los días que había estado sin nadie que la bebiera. Y los ojos, los ojos que se escondían detrás de las paredes, que acechaban lo inacechable. La taza, el café, los ojos, y los murmullos... Amelia: De aquellos seres que no existen más que en los pensamientos ridículos de la gente.Leonor: ¿Ridículos dijiste? Osas manchar con la sangre vil de tus venas todos esos pensamientos que encuentras ¿ridículos? Mírate primero antes de juzgar de ridículos a los demás. Los ojos siempre han acechado dentrás de las paredes, te guste o no te guste. Ellos siempre están allí, pendientes de lo que hacemos o no hacemos y nadie, ni tú, ni yo, ni la muerte misma los puede renegar ¿Me dirás que esos pensamientos son ilusiones de mentirillas tontas? O quizá suposiciones de gente ignorante, pero no, déjame decirte que no. Que no es así... Ellos nos acechan.Amelia: ¿Lo puedes probar?Leonor: En la noche de Luna llena pasada los pude ver después de tantos años de ausencia. O quizá de represión, no lo sé. No querían aparecerse ante mí, quizá me temían o yo les temía. Ellos nos ven, nos quieren, nos toman, se meten a nuestros pensamientos y nos adoran por ser como somos y quizá también por eso nos odian. Amelia, ellos están ahí.Amelia: ¿Cómo me lo vas a probar hermana? ¡¿Cómo lo harás?! ¿No estuviste en la clínica internada hace algún tiempo? Si mis padres se enteraran de todo esto. Volverías.Leonor: ¡No me creas! No me creas si quieres, pero ellos están ahí ¡Déjame terminar! Déjame hacerlo. Ellos estaban allí, sentados sobre nuestras butacas, como lo hacen siempre desde que tengo razón. Habían comenzado a cantar esa vieja canción que nos enseñó la anciana Libertad cuando éramos pequeñas. Esa canción que hablaba de los muertos, de los muertos que no se habían ido.Amelia: ¿Y?Leonor: Y me miraron, todos esos ojos grandes colmados de años en sí mismos me miraron, me sonrieron con sus ojos alegres, llenos de cristal. Luego se fueron, al amanecer se fueron.Amelia: ¿Me dirás que estuviste toda la noche viendo esos supuestos ojos?Leonor: Sí.Amelia: Estás loca. Quizá deberías volver a internarte.Leonor: ¡No me trates de loca! ¡Maldita época donde nadie cree nada! Malditos años de incredulidad. Claro, porque ahora lo único que les importa es la maldita reputación, los malditos vestidos, los malditos bailes. Y lo importante, la historia, la verdad, lo que está allí acechando no les importa nada.Amelia: No, no nos importa nada.- Fin-