04 marzo 2006

Tinta


Todo fin implica un nuevo comienzo, pero a veces pedazos de ese final quedan en ese nuevo comienzo. Y se genera algo así como un torbellino de recuerdos y sensaciones. Algo así como, tengo miedo a crecer, a morir en este mundo.

A veces quisiera remontarme a los años de los comienzos, donde todo era distinto, donde todo era quizá más fácil. Pero no, la felicidad es grande y tan grande también es la responsabilidad.

Comenzamos de nuevo ¿no? De nuevo todo, de nuevo, de nuevo. Caminando o quizá más bien saltando. Saltando y riendo y burlándose de las cicatrices que han dejado otros, esas personas que han pasado por nuestra vida, pero que ya no son cicatrices sino que es piel igual como fue antes. Porque vienen más cicatrices y debemos dejarles un espacio.

A veces uno siente el sonido de los pasos, ese sonido que no se confunde con el aire sino que con el latido diario de nuestro corazón y, nos damos cuenta, de los nuevos ojos que nos observan, que nos confunden, que nos aprisionan suavemente con una especie de abrazo de plumas, de amores, de olvidos y de verdades insostenibles. Una mano por favor y un brazo, dos ojos, más otro brazo más otra mano, piernas, miles de piernas y más brazos, más pares de ojos, más brazos, cabellos... Personas. Somos eso y esos nos observan.

Y somos plumas que se manchan con tinta que luego se seca para luego volverse a manchar.

Tinta.


Babs