24 julio 2008

Pensamientos de la insomnia madrugada

Qué ha sido de ti, qué ha sido de mi, sino un rincón de miseria guardada en un baúl lleno de palos de fósforos. Me gustaría recostarme sobre el césped húmedo de una suave noche de verano, y observar cómo el sol sale impaciente de su modorra matutina. Y luego mirarte a los ojos, seducirte con mis sonrisas provocadoramente chistosas e infantiles y sonreírte de nuevo, esta vez profundamente, suavemente, dulcemente. Me gustaría tomarte la mano, y darme cuenta que tienes la punta de tus dedos fríos, y el resto de tu mano tibia, así, entre mis dos manos, trataría de que tus manos se bañaran de nuevo de tu sangre olvidada. Me levantaría del césped, que ya ha dejado su humedad por los rayos del sol que han osado posarse en él. Y te llevaría conmigo por los senderos olvidados de un bosque, que lleva ha algún antiguo castillo encantado. Me perdería contigo, intentaría hacerte sonreír más de lo que has sonreído en toda la vida, intentaría retenerte para que no tuvieras que dejarme jamás en toda nuestra existencia eterna. Te tomaría entre mis brazos, y acariciaría tus cabellos negros como nunca nadie lo ha hecho, te cobijaría entre mis brazos, entre mis piernas, entre mi cuerpo entero, te protegería de todo mal, de toda derrota insana, de toda peste putrefacta, de todo cautiverio injusto, de toda lágrima amarga. Me gustaría cobijarte entre mi alma.
Bañaría tu cuerpo cuando estés enfermo, lo curaría de cada herida que te dañara, de cada dolor, de cada amargura triste que te pesara. Besaría cada golpe, cada recuerdo insano, cada llanto de medianoche, para que así tu sonrisa y tu felicidad vuelvan a aflorar quizá más que en tu historia de antaño.
Te daría la llave de mi corazón, te daría mi tiempo, te daría mi alma y mi cuerpo, te permitiría mirarme hasta lo más profundo de mis ojos y jugar con los seres mágicos de mi interior. Te dejaría abrazarme cuando tenga miedo, en cada tormenta, en cada retumbar de la tierra. Te daría mi mano y mis ojos, para que los cubrieras y me dieras maravillosas sorpresas. Te daría mis pensamientos y volvería a entregarte mis ojos, para que ellos lean las hermosas palabras que me escribirías, te daría mi caminar, para acompañarte hasta el fin del mundo, te daría mi universo entero, para que junto con el tuyo creáramos un nuevo universo. Todo esto te lo daría, y te lo doy, pero…
Pero mi mente está atada, mis manos encadenadas, mi voz dormida…
Tus manos atadas, tu mente encadenada, tu voz silencia.
Y el pesar nos cubre, el pesar nos abruma, el pesar y el dolor.
Pero todo mi universo, todo mi amor, todos mis sueños y realidades son tuyas, yo vivo en ti así como tú vives en mí, y así será siempre. No me sueltes la mano, no dejes que el aire se cuele en mi cuerpo y me estremezca al punto de que mi carne se enfríe para siempre, así como yo no te soltaré jamás, y no dejaré que caigas al abismo, por lo menos no sin mí. Me gustaría, me gustaría, me gustaría estar en este momento a tu lado, cobijándote entre mis brazos, entre mis piernas, acariciándote los cabellos, amándote para siempre.

Desvaríos enterrados en un mar de aire.

Quiero oír tu voz nuevamente, hundirme en tu aroma deliante y respirar cada gramo de tu universo.
Qui
Quie
Quiero
Perderme y no volver más a las lágrimas saladas que son más grandes que el mar.
Lágrimas amargas que nos corrompen,
que nos
destruyen en esta prisión infinitamente inaúdita.
No lo entiendo,
Yo te canto,
con mi voz dormida.

Cierro mis ojos,
y la tierra me hunde entre sus brazos maternos.
Quiero
qui
Quie
quiero
Quiero dejar de ahogarme en este cubo lleno de oxígeno,
quiero dejar de enceguecerme con la luna,
y dejar de caminar a tientas mientras ilumina el sol.
Quiero,
enterrarme en el mar...
Y nadar en la arena.

Una cuerda amarrada a mi cuello,
mientras tus brazos me sostienen desde lejos,
una cuerda,
heridas moradas,
alrededor de mi cuello,
y tus brazos que intentan sostenerme desde lejos.
Es que caigo,
la marea arrastra mis miembros,
Yo no
soy
los ojos
del viento.

Soy solo el amor que se quiere quedar dormida debajo de tu cama, en tu puerta, blanca, en tu almohada, en tu perfumar de hombre, en tu silencio, en tu música, en tu mirada, en tu dolor, en tu corazón sangrante, en tu respirar tibio, en tu bostezo de cada mañana, en tu pijama con olor a sueño, en tu verdad y en tu mentira, en tu voz y en tu silencio...
Soy el amor, acorralado por tus cadenas...
Soy tu amor,
soy la vida que reside en tu mirar,
soy tú,
Soy el grano de arena que quiere ser tu universo...
La cuerda duele,
pero no me impide amarte.