29 abril 2007

No lo sé


La muerte de la manzana fue un arrebato, su sangre, jugo sepulcral corrió por su cuerpo verde. Su piel verduzca se rompió en mil pedazos, esperando a ser devorada por las personas que esperan, que esperan siempre.
La muerte de la manzana fue un suspiro, una exhalación de cuerpo muerto, de soledad consumada en su cuerpo blanco verde, de su jugo de sangre transparente, de sus ojos en su corazón marchito.
La muerte de la manzana fue el término y el comienzo, la inmolación para que otros tengan la luz de su corazón. La manzana se entrega dócil, bella, pura. Para dar su conocimiento a los otros seres puros que pueden existir o para dar pureza a los impuros.
La muerte de la manzana no es nada más que tus ojos quebrantados por quizá, una felicidad cercana, por una esperanza, por un camino que se está trazando, de a poco, pero iluminado.