
Desaste de tus prejuicios, de tus amores vanos. De tu soledad
empinada. Déjame aquí, latiendo bajo la tierra enmohecida, latiendo bajo tus
recuerdos vanos.
Está bien, así respondes a mis ruegos tristes, a mis pasados
añejos. No fue nada y a la vez fue mi mundo, mi verdad, mi alma apresada entre
tus dos ojos, entre esas dos pupiles que guardan en ellas la verdad de
mi existencia. Dejaste aquí tu pasado y te fuiste para siempre,
para siempre dejando mi vida en tu muerte.
Y ahora te engañas con esas lágrimas marchitas, no, no hay
lágrimas. No en ti, ya no. Ríes porque ya no hay nada, porque todo se marchó,
porque todo murió en sí mismo. Porque ya no hay más promesas eternas de amor.
Porque el amor se marchitó.
No puedo decir nada, porque no hay nada. O porque quizá hay mucho. El anterior escrito no es nada, no lo tomen en cuenta, es solo un soplo de mi mente desvariada, no tiene nada que ver con nada.
Me siento muerta y a la vesz con más vida de la que nunca tuve. Son los ciclos, los caminos, las verdades. Todo pasa y ya se ve como se va... Como se va todo, como se va este mundo.
1 comentario:
No comments
Publicar un comentario